Koiné Peplou (tragedia griega de las que ya no se ven, oiga)

Coro: En un lejano paí­s viví­a una hermosa niña de luengos cabellos dorados.

La niña: (Lleva una gran piruleta y una muñeca) Oh, qué linda soy.

Coro: Su vida transcurrí­a dulce y placentera entre juegos inocentes.

La niña: Oh, qué hermosa es la vida. (arranca la cabeza a la muñeca con gesto dulce y bondadoso y tira cada cosa por un lado, los del coro miran mitad hacia un lado, mitad hacia el otro, luego se miran unos a otros y cabecean, como diciendo, vaya niña)

La madre: (entra, recoge los dos pedazos de la muñeca, los une, coge una silla y se sienta al lado de la niña, no perdiéndose nada de lo que dice y haciendo gestos al coro como de que no le gusta nada esa gente)

Coro: Nada interrumpí­a el amable discurrir de su existencia infantil.

Niña: Oh, qué bonito es ser niña.

Coro: Hasta que de repente, un infausto suceso trunca tan agradable existencia. ¿Qué le pasará a la princesita? ¿Tendrá angustia vital? ¿Tendrá conflictos internos? ¿Almorranas?

La niña: Oh, qué triste y desolada estoy.

Coro: Cuenta, cuenta. (ponen gesto de gran interés y se acomodan)

La niña: (a su madre)
Querida progenitora
de mis dí­as dulce autora,
Siento algo en mi interior
que me llena de pavor.
Una extraña comezón
de congoja y desazón,
un raro dolor allí­
que jamás antes sentí­.
Y lo que es más repugnante
asqueroso y aberrante:
en mi intimidad más honda
una hemorragia hedionda,
y una sensación taimada
de andar por ahí­ pringada,
acompañada a su vez
de terrible fetidez.
Y me ha dado la psicosis
de que tengo hasta alitosis.
Di, mamá ¿qué amargo trance
me ocasiona este percance?
¿Qué espantosa enfermedad
me corroe con maldad?
¿Qué virus o qué bacteria
me provoca tal histeria?
¿Qué tara tan inaudita
me hace ensuciar la braguita?
Por vez primera en la vida
me siento como podrida,
y tengo la fe profunda
de estarme volviendo inmunda.
Alivia tú mis dolores,
congojas y sinsabores
y dime que esto no es nada,
que será cualquier chorrada,
una gripe, un resfriado,
un granito reventado.
Dime que son las anginas,
dime que es una diarrea.
Di que sea lo que sea
se me irá con aspirina.
Di que no he de estar inquieta
¡Pero dime algo, puñeta!

La madre:
¡Ay, hija de mis entrañas,
Hija de mi corazón,
hija que mis ojos bañas
por tan súbita emoción!
Ven que te colmo de abrazos,
que me va a dar el telele,
ven que estrechemos los lazos
que dicen tanto en la tele.
Hija que a tan tierna edad
me estás dando la alegrí­a,
de ver que a la pubertad
pasas de la noche al dí­a.
Te tengo que responder
que por todo lo que cuentas,
pasas de niña a mujer,
que decí­a Julio Iglesias.
Mas ¡ay de mí­, ay, cuitada!
Que hasta ahora no he caí­do
y es que estoy como embobada.
Si en mujer te has convertido
gran trastorno me has causado,
pues para mí­ significa
que el dí­a menos pensado
me convierto en agüelica.
¡Hija mí­a de mi vida!
no se me hace esta trastada!
Ya me veo envejecida,
temblequeante, encorvada,
la barbilla babeante,
la cabeza encanecida,
y teniendo por delante
casi más muerte que vida.
¡Ay, que me da el patatús!
¡Ay, que estoy que ya no vivo!
¡Ay, santí­simo Jesús!
¡Sostenedme que me privo!

(Cae en brazos del coro, tirándolos a todos al suelo. Se levantan, con mucho fastidio, y la echan del escenario de malas maneras, y varias veces, porque vuelve y no les deja empezar el siguiente parlamento)

Coro:
En esto su padre entró
…su padre entróooo.
(se quedan todos mirando, se les ha olvidado el padre, así­ que cuchichean, eligen a una chica y le quitan la careta, se dan cuenta de que es una chica y no vale, hasta que le quitan la careta a un chico, que lleva un gran bigote, pintado o postizo, y hace de padre. Otro saca y le da un puro, y otro unas gafas, y otro el periódico. A partir de ahora, ese corifeo exclama ¡Hija mí­a! como dice el guión y haciendo el gesto y la voz oportunos QUEDE BIEN CLARO QUE LOS HIJA MíA LOS DICE EL CORIFEO PADRE, NO EL CORO)
En esto su padre entró (Le señalan alborozados, como diciendo, sí­, sí­, ya tenemos padre, qué buenos somos)
y expresó curiosidad
por aquel cuadro que vio.
Y el buen hombre enmudeció
al saber la novedad.
En sus brazos la tomó (empujan al corifeo padre para que la abrace)
con infinita bondad
y este discurso soltó,
escuchad ahora, escuchad.
¡Hija mí­a! – musitaba (le hacen gestos como de que se le ocurra algo que decir)
¡Hija mí­a! – repitió
¡Hija mí­a! – sollozaba
transido por la emoción.
¡Hija mí­a! – le espetaba
locuaz como Cicerón.
Y cuando dijo -¡Hija mí­a!
por trigésima ocasión
un discurso conseguí­a
que ni el propio Salmerón.
En ocasión tan sonada
vibró su docta dicción,
con la voz emocionada
y en brillante colofón,
con una tierna mirada
dijo: -¡Hija mí­a! -Y calló.
Fue esta lección tan famosa
que hizo salir de la fosa
a don León Salvador

(Entra la madre y se lleva el puro, el periódico y las gafas del corifeo padre, que vuelve a su puesto. La madre mira a la niña y sale llorando.
Hay un silencio, uno de los corifeos silba despistado, la niña, impaciente, da pataditas al suelo, se vuelve, va donde el coro y hablan todos ocultándose del público, en cí­rculo. Se oyen cuchicheos que suben de tono, y a la niña se le escapa)

La niña: ¡Tampoco tenemos profe!

(Se hace un silencio sepulcral. Un momento después, echan a empujones fuera del grupo a uno de los corifeos, chico o chica, según sea maestro o maestra, da igual. El resto del coro, con la niña en medio se ponen en fila, de perfil al público, hacen como que están sentados en clase y hacen el gandul, uno tira un avioncito, otro le casca en el cogote al de delante, otro hace la burla al profe o le tiran papelitos, otro le quiere levantar las faldas a la niña, y así­, más o menos todo el rato mientras dura el parlamento del profesor.
Entra la madre y le da al corifeo profesor/a una regla larga o un puntero, tiza, borrador, unos libros o cuadernos, y lo necesario para hacer de profe, mira a la niña y sale llorando)

Corifeo maestro:
Hoy versará la lección
sobre educación sexual (los del coro y la niña hacen gestos de aburrimiento y de a mí­ me vas a contar eso)
si dejan de armar follón
los zulúes del final. (apuntando a los del final de la fila)
Hay entre hombre y mujer
diferencias en el fí­sico
por lo que vamos a hacer
todos un cuadro sinóptico.
Si se está quieto Fidel,
si se calla Beatriz
y si se saca Anabel
el dedo de la nariz.
Id copiando con cuidado
de la décima lección.
Javier, si te estás sentado
te ahorrarás un bofetón.
Y vosotros ya, dejaos
de estar tirando boletas,
que ya es desgracia aguantaros
por las cuatro europesetas.
Por lo que veo me pienso
que alguno esta evaluación
se va a llevar un suspenso
por ir haciendo el melón.
Esta clase es un jaleo
de comportamiento ilógico,
y más que clase, me creo
que esto es un zoológico.
Ya no os aguanto más
ahora mismo dimito,
agarro el portante y ¡zas!
¡porque me importáis un pito!

(sale, indignado, y vuelve al momento, ya sin las cosas de maestro y diciéndoles a los otros por gestos lo bien que lo ha hecho y los del coro y la niña lo aplauden)

Coro: (Señalando a la niña) Y todos opinan, pero nadie la ayuda. El señor tampax dijo

Corifeo 1: ¡Otra clienta! (saliendo del coro y frotándose las manos)

Coro: Y la madre superiora dijo

Corifeo 2: ¡Santo dios, y a edad tan tierna! (saliendo del coro y poniendo gesto de espanto y voz monjil)

Coro: Y la feminista dijo

Corifeo 3: ¡Únete a nosotras, compañera! ¡Mujeres al poder! (saliendo puño en alto)

Coro: Y Harpo Marx dijo

Corifeo 4: (Sale del coro y toca dos veces una bocina)

Coro: ¡Oh! ¡Ah! ¡Oh! ¡Ah! ¡Qué calamidá! ¡Oh! ¡Ah! ¡Oh! ¡Ah! ¡Qué calamidá!
Tranqui, tronca, (a la niña) confí­a en nosotros, que te lo dejamos clarito:
Forma parte principal
en el proceso biológico
el periodo menstrual
que de las hembras es tí­pico.
A edad interdependiente,
dice la ciencia oficial,
se produce en la paciente
un cambio muy radical.
Modifica su estructura
fí­sica y hasta mental
y se torna más madura,
para bien, o para mal.
Este cambio se origina
de manera primordial
en las mamas, la vagina,
y la zona genital.
La mama agranda y procura
alcanzar las dimensiones
que permitan su futura
condición de biberones.
La vagina se conforma
de manera gradual.
Los ovarios toman forma
para su función final.
Un óvulo se desprende
siguiendo un criterio propio,
y hasta el útero desciende
por la trompa de Falopio.
Allí­ se queda instalado
el pobre sin hacer nada,
y cuando ya se ha hartado,
va y se bate en retirada.
En cinco dí­as, o en ocho, (cuentan con los dedos, dudan y hacen signos de más o menos)
llega el flujo menstrüal,
se lleva el óvulo pocho
y el ciclo llega al final.
Este proceso tan lógico
produce, como aquí­ ves (señalando a la niña)
casi un cuadro patológico
unos cuatro dí­as al mes.
Por eso, una chica lista,
la primera vez que pase
marchará al especialista
a que la mire y repase.
Si el ginecólogo viera
que, de manera ostensible
algo no va cual debiera,
para él será posible
corregir cualquier molestia,
y aliviar cualquier dolor
¡Niña, no seas tan bestia
que no vayas al doctor!
Es su opinión la que pesa
en cuanto a tu protección,
y si habrás de usar compresa,
o puedes llevar tampón.
No te avergüences ni nada
de enseñarle tus cositas,
que es prueba de estar tarada
no hacer lo que necesitas.
Él te expondrá con constancia
qué habrás de hacer esos dí­as,
que existe mucha ignorancia,
tabúes, supercherí­as,
mucho consejo de agüela,
mucho: Estate en la camita (voz de agüelica todos, encorvados como con bastón)
para hacer que no te duela,
y estate bien quietecita,
y no te duches ¡qué horror!
que estando así­ como estás
el ducharte es lo peor
si no, no te curarás;
no te mojes la cabeza
que te dará gran dolor
y aguanta con entereza
esta prueba del Señor
Que la rabia no te pierda
ni te ciegue la maldad
y come como una cerda
para la debilidad.
Estas y otras cosas cuerdas (Voz normal ya)
que te dirán con bondad
puedes mandar a la mierda
con toda tranquilidad.
Haz lo que haces cada dí­a,
no importa a qué te dediques,
que es lo peor, hija mí­a,
dejar que te cosifiques.
Y piensa que igual que tú
lo pasa cada mujer
y cuándo, por Belcebú
has visto tú suspender
por ejemplo una olimpiada.
¿o te crees que a ninguna
atleta le pasa nada?
Si es así­ estás en la luna.
Mil récords se han conseguido (Empieza a sonar bajito y va subiendo la música de las tanga-girls)
con tampón incorporado
y las que los han batido
pues ni se habrán enterado.
¡Diviértete, sé feliz,
no te estés sin hacer nada,
Conviértete en tanga-gir
y báilate una lambada!

(Entra la madre, le cambia a la niña la piruleta por un tampón colgando de su hilito, que se vea bien, y reparte tangas de colorines, todos se van poniendo su tanga por encima de la ropa que llevan y bailan acompasados y bien el baile de las tanga-girls. La niña le da vueltas al tampón con el hilito)

Baja el telón.

***Tomás Galindo ©

(Si quieres representar sin ánimo de lucro este teatrillo o cualquier otro, pí­deme permiso, te lo cederé gratis)

3 comments for “Koiné Peplou (tragedia griega de las que ya no se ven, oiga)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.