Cuarto de estar

Yo antes tení­a cuarto de estar, ahora tengo pecera, o sea: habitación de los pecés.  Las personas bienhablantes le llamaban sala, salita, o salón, depende, pero el común de las gentes, eso: cuarto de estar.  En un principio, cuenta la historia, fue la hoguera, y la gente se reuní­a a su alrededor.  A aquello se le llamó hogar, el lar de los latinos, el llar, la chimenea. La cocina era el punto de reunión de la familia, se ve que lo que uní­a a todos era llenar la andorga, y de paso charlaban sentaditos tras pasar un dí­a de esfuerzo mayormente fí­sico.  A mayor civilización, menor preocupación por los asuntos estomacales, ya se diferenció el lugar donde se guisaba del sitio donde se comí­a el guiso y también donde se reuní­a la gente, primero a charlar, luego a que le dieran a uno la charla hecha, antes por la radio, y luego por la televisión.  La tele pasó a ser la hoguera primigenia.  Pero ahora el cuarto donde estoy ya no es el de comer o el de ver la tele, sino el del ordenador.  No veo la hora de poder ponerme un mantelito delante del monitor con mi pizza y mi Coca-Cola.

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