Bocarrana es el cinco de bastos.
-¿Y eso?
-Y a mí qué me cuenta, oiga.
Que el guiñote lo inventó un mudo es cosa sabida en tierras de Aragón, y las tocantes de Navarra, Rioja y Soria. El guiñote no tiene nada que ver con el mus, y casi nada con el tute, embrollos de otra especie, sin el encanto de este peculiar juego.
-Ciencia.
-Lo que usté diga.
En el tute los ases valen once puntos. O sea: el oré, la copeta, la espadilla y el bastillo, que tienen nombre.
-Como «Bocarrana».
-Como el cinco de bastos, sí señor.
Luego vienen los treses, que valen diez; los reyes cuatro, las sotas (todas ellas muy decentes) tres, y los caballos dos. Esos son los guiñotes, los que valen, las cartas que no valen son «la furrufalla». Y la ciencia esta de jugar a las cartas, o el arte, incluso, recibe el nombre de «la faricutela», cuya semántica se me oculta. Lo inventó un mudo y no valen señas ni se charla, las que hablan son las cartas.
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