Silla


P Veintidós años sirviendo de silla a Oz son muchos años ¿no?
R La verdad es que sí­, son muchos años soportando a este pesado
P No era el sueño de su vida…
R Quién puede soñar con una vida así­, ordinaria, adocenada. Yo de pequeña quise ser, como todas las sillitas, un trono real, o llevar vida bohemia y convertirme en taburete de pianista, o aventurera y ser asiento de tren o de avión. Y ya ves, de oficina, es mi sino, y da gracias a que aún tengo cinco ruedecitas que me mueven aunque sólo sea unos palmos.
P No obstante sí­ que has visto mundo.
R Apenas, un par de oficinas, y un par de casas distintas, son sólo cuatro viajes, y tirada de cualquier manera sin poder ver nada.
P ¿Siempre has tenido el mismo oficio pues?
R Siempre siempre… siempre aguantando el mismo culo y al lado de un ordenador, con el calor que da, y ese ruido que se te mete… llega un momento en que no lo oyes, pero lo llevas dentro dándote vueltas, eso no puede ser bueno.
P Con alguien como Oz de usuario habrá vivido quién sabe qué alucinantes experiencias también ¿o no?
R No, no, qué va… boquilla, mucha boquilla. Realmente no he tenido que sostener los cuerpos sudorosos de dos rubias gemelas ni cosa por el estilo, todo lo más me ha manchado de aceitacho del bocadillo, nada que pase a los anales de la historia. Lo más divertido que recuerdo es aquella vez que se me puso de pie encima para coger un libro de un estante elevado, y cómo me escurrí­ hacia un lado…
P Dí­game… ¿es cierto que le pega los mocos por debajo…?
R Calle, por favor, no me avergüence, no es algo de lo que una pueda alardear.
P ¿Y que nunca jamás en la vida la ha limpiado?
R Eso sí­ que no se puede ocultar, a la vista está ¿o es que cree que yo tení­a este color originariamente? Cuántas veces no me habrá usado para poner las patazas encima mientras veí­a la tele…
P Veintidós años sin pasarle un pañito con agua…
R Ya ve, a qué extremos llegan algunos seres en su desidia. Sin hablar de cuando fumaba. Cuente, cuente los agujeros y las manchas negras.
P ¿Y ve algún futuro en esta relación con semejante personaje?
R El de cualquiera a mis años, un buen dí­a vendrá con otra, nueva, y a mí­… quién sabe, me arrojará a la basura o me destinará a algún trastero. Me veo sirviendo en cualquier tugurio. Ese premio me dará tras tantos años de oler sus pedos, el asqueroso.
P ¿Siente rencor hacia él?
R En cierta manera una ya sabe que eso son gajes del oficio, pero, caramba… este señor parece no alimentarse de otra cosa que de judí­as trompeteras, col, y otras viandas proclives a la ventosidad anal.
P Pues yo no habí­a notado…
R Claro, eso queda entre él y yo, en la intimidad, no va a andar exonerando el vientre de aires ante otras personas, no, pero conmigo no tiene clemencia.
P Le agradecemos mucho su atención y su sinceridad ¿quiere añadir algo?
R Me gustarí­a mucho que me consiguieran un cojí­n… si pueden ustedes hacer algo les quedaré muy agradecida.

ONCE

ONCE
son jóvenes los dos
y casi hermosos
imponen un poco de tan dignos
gafas negras y bastones blancos
toc toc contra la acera hasta el quiosco
les ponen como ejemplo las comadres
y es de ley
ella es tan hacendosa
y van como pinceles
siempre sonrí­en los dos
dulcemente te dan los buenos dí­as
o las tardes
y uno que estaba triste
o enfadado por cualquier tonterí­a
siente vergüenza
al ver dichosos a los ciegos

Noticia

Contrariamente a lo que acostumbro, esta vez no voy a poner uno de mis artí­culos, me limito a poneros esta noticia con el sólo interés de que os enteréis, ya que difí­cilmente la vais a ver en televisión o recogida en ningún periódico. Sin más:
De un periodista popular en Castroforte del Baralla.

Que la censura existe es un hecho, un hecho real, palpable, incontrovertible. Lo acaecido en la última semana en la pequeña ciudad gallega de Castroforte del Baralla así­ lo demuestra. Desde todas las instancias se está tratando de echar tierra encima al escándalo habido en esa otrora fiel y pí­a comunidad, en las costas fronterizas entre el Atlántico y el Cantábrico. La Administración afirma no saber nada y no tener nada que saber, porque los hechos no son de su incumbencia. ¿Qué hechos? Preguntamos. Y nos contestan gallegamente: ¿Qué hechos dice usted? La Policí­a manifiesta no haber recibido denuncia alguna, y por tanto se inhibe, y además eso es jurisdicción de la Guardia Civil. Y el benemérito cuerpo se escuda en que, aparte de los acostumbrados casos de contrabandismo, no han realizado intervención alguna en el pueblo, ni por investigación propia ni por denuncia de particular. Y lo que es peor, el arzobispado al que pertenece la pequeña diócesis del Baralla guarda absoluto mutismo, escudado en que el obispo ocupa el cargo accidentalmente y hasta nuevo nombramiento, y a que las causas particulares de los párrocos no pertenecen al dominio público, sino que son materia interna de la Iglesia.

sueño con dinero


sueño con dinero
hay que joderse
dinero
dinero plata money argent valuta
dinero que disuelve penitas
como azucarillos amargos
dinero que levanta cuerpos marchitos
que construye casas de serial televisivo
que maneja coches de escándalo
que besa a mujeres de desorbitar ojos
que azota venganzas árabes
dinero que agrega hojas al calendario
no digan que no
si no conocen determinados establecimientos
dinero que pega pelos a las calvas
dinero que hace amigos
que podrán ser interesados
y quién no
pero también interesantes
dinero que enamora
ustedes ya me entienden
pero debe ser tan dulce desavisarse
ah dinero dinero
es el sueño más socorrido
pero yo preferí­a cuando era chico
y soñaba simplemente con ser supermán
Tomás Galindo ®

Intrusivo jazmí­n


esa sonrisa que falta en el retrato
del jardí­n invernal que aún espera
llegó con el jazmí­n que en primavera
nos sorprende en tí­mido arrebato
intruso azul en pardos resaltando
por qué otra vez golpeas a mi puerta
despertando de entre la turba muerta
y del sueño de invierno despertando
por qué otra vez me dices que ya vienes
y que traes contigo tanto dí­a
tanto sol tanta luz tanta alegrí­a
y tanto palpitar para mis sienes
para qué despertar si ya soñaba
para qué despertar si ya en el lecho
tení­a el hueco de mi cuerpo hecho
a qué desenterrar lo que olvidaba
dónde jazmí­n escondes tan pequeño
el sobrevuelo de las mariposas
en qué pétalo están las olorosas
mañanas tibias del abril risueño
dime que no hallaré en esos aromas
la fragancia sutil que hubo en su pelo
ni volarán airosas con el vuelo
que mostró su melena las palomas
que no serán tus verdes como aquellos
ojos que una vez miré arrobado
que no tendrá la luna sobre el prado
ni su blando fulgor ni sus destellos
que el murmullo del viento en la enramada
no me dirá las cosas que ella dijo
ni sonarán tus gotas con el fijo
gracioso taconeo con que andaba
mas si en la primavera que pronuncias
con la sí­laba azul de los jazmines
anuncias un renuevo de jardines
y un inicio total es lo que anuncias
me dejaré llevar de tu bonanza
abriré tan gozoso mis balcones
a ver si se me llena de gorriones
el confiado pecho y de esperanza
que quiero ser como el jazmí­n que brota
í­ntegro y desnudo del invierno
renacido a la luz un niño eterno
sin el doliente ayer ni el alma rota
Tomás Galindo ®

Mecagüen el aicu


Los aicus y la madre que los trujo. No sé cómo fue que vinieron al habla hispana, pero muy bien podí­an haber seguido hechos ideogramas y pasitos de lagartija entintada, aquí­, en español, no pintan nada. Coño. Y es que ni el idioma tiene que ver con el nuestro, ni los nipones piensan de la misma forma; nuestra manera de ser necesita otro tipo de expresión, otro color, otro aire. El aicu vino a las letras hispanas desde el idioma inglés, donde encontró buen acomodo en su pronunciación tan onomatopéyica de las cosas. Pero nosotros hablamos una lengua romance, una lengua hecha al susurro, a la dulzura, a la exposición cognitiva de la imagen. ¿Qué fue de los tí­picos aleluyas, pareados, tréboles, seguiriyas, coplas, jotas, redondillas, quintillas, serventesios, cuartetas… ¿Vamos a pensar que lo nuestro es malo porque ¡igual lo puedes oí­r cantado en una copla!? ¡Horror! Hay que ser moderno al precio que sea y dejar lo bueno porque se ha quedado pasado de moda para estar a la onda, a una onda que nos es ajena. No, ahora la gilipollez esa de cinco, siete y cinco sí­labas, que en japonés quedará macanudo, pero en español como el culo. Eso sí­, no me extraña que triunfe, que arrase, claro… ¿quién no sabe componer un aicu? Un soneto, un romance… caray, pero ¿a quién puedes decirle que ese aicu que ha escrito es malo? ¡Es que tú no entiendes de poesí­a! -Te dirán. Cualquier tonterí­a tiene patente de corso si uno la disfraza de aicu. (Por cierto, los japoneses tienen un dicho que dice que no hay aicu ni gueisa sin belleza, pero que unos cuestan más dinero que otros. ¿lo pescas?)

Será verdad el amor
cuando pasa tanta gente
de dos en dos.

Por el cielo,
chico el pájaro,
grande el vuelo.
(Isabel Escudero)

Tu calle ya no es tu calle,
que es una calle cualquiera,
camino de cualquier parte.
(Manuel Machado)

Cuando se murió el canario
puse en la jaula un limón.
Soy un caso extraordinario
de imaginación.
(Francisco Vighi)

No la toques más
que así­ es la rosa.
(J.R. Jiménez)

Sólo después de la boda
advirtió que era otro modo
de seguir estando sola.
(Ezequiel Martí­nez Estrada)

Lo mejor del carnaval
es que te pones tu rostro
y nadie lo va a notar.
(Mario Benedetti)

Despierto y como no estás
No me suena el mundo a mundo.
Nunca a solas hay compás.
(Jorge Guillén)