Caía a plomo ese sol de verano que deja las calles vacías a la hora de la siesta; el alcalde conduciendo su todoterreno por la gravilla que rodeaba la casa, se detuvo, bajó, y cuando ya se disponía a abrir…
Caía a plomo ese sol de verano que deja las calles vacías a la hora de la siesta; el alcalde conduciendo su todoterreno por la gravilla que rodeaba la casa, se detuvo, bajó, y cuando ya se disponía a abrir…