¡A la mierda los sudocus!


¡Pero qué os pasa a todos que os habéis vuelto tontos con tanto darle a los puñeteros numericos cuadrados esos! Es la leche el éxito que ha tenido cosa tan tonta, oiga, no se habí­a vuelto a ver nada parecido desde el cubo de Rubik. No he visto pasatiempo más absurdo ni con menos sesera que ese de encajar los numeritos ¿pero aún no os habéis dado cuenta de que es todo el rato el mismo juego, con la misma martingala para solucionarlo? La primera vez que juegas un sudocu, vale, pero la segunda es lo mismo: hay que pensar lo mismo para solucionarlo. ¿Dónde está la novedad, dónde el reto, dónde el estí­mulo? y… ¿qué se aprende?
No, no me gustan los sudocus, y no sólo porque es matar el rato de la misma tonta forma una y otra vez. Hay otro motivo… tenebroso y escalofriante: estamos cambiando los pasatiempos de letras por los de números ¡y eso es muy malo!
Donde antes habí­a un señor resolviendo una sopa de letras, o nuestro clásico crucigrama, ahora hay un señor tejiendo y destejiendo el sudocu. ¡Y no es lo mismo! El sudocu no aporta nada, aparte de matar el rato, en cambio los pasatiempos con letras sí­. No es lo mismo volver a sumar por enésima vez 4+2+6+.. que saber si en esos cuadritos va el ácaro, el tas, el ulema o la maraca. Los pasatiempos con palabras tienen una aportación de cultura de la que carecen los de números. Uno se entera siempre de algo haciendo un crucigrama, o un damero. Aparecen voces que no usas habitualmente, palabras que aprendiste en el colegio vuelven a llamar a tu puerta; incluso descubres que la asquerosa babosa del bosque se llama también limaco, o que hay acervo y acerbo, y vate y bate, y vaca y baca.
Los pasatiempos de letras nos hacen discurrir, y ejercitar el pensamiento de forma variada; los de números nos hacen repetir el mismo ejercicio de pensamiento sin aportarnos una chispa de novedad.
Los pasatiempos de toda la vida nos hablan, nos dicen cosas, nos transmiten esa gota de cultura, que no por pequeña deja de ser cultura; incluso nos pueden hacer investigar, interesarnos por algo que hayamos leí­do y hasta echar mano del diccionario. ¡Un pasatiempo que nos hace coger un libro ha de ser defendido con uñas y dientes!
¿Y el sudocu qué? El sudocu… na. Tardas más o menos tiempo y te quedas como antes de empezar. Pero más viejo.
¡A la mierda, hombre, a la mierda!

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