Categoría: Audiciones

¿Qué opinas del amor?

¿Qué opinas del amor?

Que hace mucho ruido.
Llanto y risa,
suspiros y latidos que resuenan en el silencio,
sonidos como de lucha, y de lucha,
ayes, jadeos, quejidos, oh dios mío,
síes, noes, murmullos y gritos,
rezos y juramentos,
canciones, cláxones, chirridos de frenazo,
puertas que se abren y se cierran,
cremalleras que suben y que bajan,
camas cantarinas, despertadores criminales,
y el chorrito de orina con música ajena.

¿Qué opinas del amor?
Que no sabe orientarse.
Parece que va, parece que viene,
parece que ahora se para, y se para,
pero de nuevo camina.
Ahora se acerca a ti y tú no quieres chocar,
ahora se aleja y tú lo persigues.
Nunca tiene la distancia justa el amor,
siempre está demasiado lejos
o te invade. No sabe el término medio.
Incluso en ocasiones consigue
ser un volumen dentro de otro volumen
¡desmiente las propiedades de la materia!
La lejanía, la cercanía,
son como zumbidos de moscas para el amor.

¿Qué opinas del amor?
Que es desatinado.
Empareja a polos opuestos,
el de ciencias con la de letras,
el gordo y la flaca, el alto y la baja,
el cojo y la bailarina.
Maneja un extraño concepto de la belleza
que emborracha y cualquiera
puede ser visto como el David de Miguelangel
o el nacimiento de Venus.
Va a tientas por la vida de los demás,
se guía por el tacto y por las pieles,
no es objetivo, más bien una ruleta
a la que se jugara sin querer.
…Lo pintan ciego.

¿Qué opinas del amor?
Que no tiene reloj. Ni calendario.
Ni noción del tiempo tiene.
¿Es que no sabe que no debe enamorar a los niños?
Que las almas tiernas no soportan
ese extraño ataque, esa guerra interior,
esa sorpresa aterradora, zozobrante,
ese primer daño del corazón.
No sabe, tampoco,
la relatividad del tiempo en el espacio
de un abrazo, apenas nada,
de un no, casi infinito.
No tiene hoy ni mañana ni luego,
vive en un ahora insoportable
donde pretérito y futuro duelen
aunque no existan o quizá por eso.
No sabe que a cierta edad
las almas acartonadas, secas,
se rasgan y quiebran
con la humedad de una lágrima.

¿Qué opinas del amor?
Que desplaza el interés propio.
De repente el natural egoísmo es otrismo,
descuidas tu interés y sobrevives
apenas por servir a otro.
Y pasas a vivir por cuenta ajena,
te duele lo que no te duele,
te gusta lo que no,
te asusta lo que tú afrontarías serenamente,
no puedes alegrarte si no ves su sonrisa,
y te entristece si no la ves.
Pasas sed teniendo agua
y frío teniendo abrigo.
Te importa lo que te tenía sin cuidado
y tú te importas menos, poco, casi nada.

¿Qué opinas del amor?
Que no tiene buenas costumbres.
Trasnocha mucho, no duerme siestas,
no se alimenta bien, y bebe,
pica un poco aquí y allá,
nunca sabes a quién traerá a cenar,
un viejo amante, amigos desahogados,
parientes impertinentes, mascotas,
camaradas ebrios.
Le gusta jugar a la lotería,
follar sin condón,
exceder la velocidad permitida,
pisar el césped,
con la espalda, con tu espalda, con su espalda.
Se va sin despedirse y siempre deja a deber.

¿Qué opinas del amor?
Que no da tregua ni descanso.

¿Qué opinas del amor?
Que primero te desgarra y luego te cose. O viceversa.

¿Qué opinas del amor?
Que no se puede prevenir, nunca es lo mismo.

¿Qué opinas del amor?
…estoy a favor.

T.Galindo ©

Nada sirve de nada

No sirve de nada que las grúas levanten rascacielos,
ninguna grúa hay que levante los ánimos.
No sirve de nada que votemos por la miss más hermosa,
por el can de mejor raza, por el político más cabal.
No sirve de nada llorar.
Ni reír, en realidad, porque riendo sabemos que hemos de parar de reír
y eso es lo que nos corta la diversión.
No, reír con drogas tampoco sirve de nada.
¿Nos sirve acaso tener pulmones para respirar esto que respiramos?
¿No sería mejor tener, como las plantas, sangre de clorofila
y filtrar por la piel la polución y oxigenarnos?
Ser pacientes y esperar que los adelantos de la ciencia
curen el cáncer del mundo tampoco parece servir de nada,
continuamente se descubren más enfermedades mundiales,
continentales, nacionales, personales, corporales
que remedios y vacunas.
La ciencia va detrás de la incons-ciencia.
Y el amor, ah, el amor, qué linda medicina,
siempre ha sido como dar crema de culito de bebé al sarcoma.
El amor sí es el opio del pueblo,
un pueblo de dos.
No sirve de nada asomarse kalashnikov en ristre a la azotea
y descargar una tormenta de balas al patio del colegio
o el centro comercial.
Realmente no sirve de nada,
toma nota, por si te lo estabas planteando.
Sabemos que de la podredumbre nace la planta,
lo diré mejor: hace brotar lilas de la tierra muerta,
pero de qué nos sirve eso si, meditando,
descubrimos que lo que se pudre somos nosotros:
de nada.
Separar los papeles de los plásticos,
los plásticos de la basura esa que huele,
la basura esa del vidrio y los metales,
no impide que seas una fábrica de desperdicios,
y mirar para otro lado cuando pasa el camión de la basura
no sirve de nada.
La contemplación umbilical no sirve de nada,
canturrear om, recitar las suras, cantar kyries,
bailar en redor del tótem: nada.
Prenderse fuego en la posición del loto tampoco.
Lanzar satélites fuera de la galaxia para hacer amigos
en mundos lejanos no sirve de nada,
aunque reconozco que eso aún está por ver.
¿Negar el cambio climático?
Ponte al pie de un glaciar y me lo cuentas.
¿Querer parar el cambio climático?
Ponte al pie de un glaciar y etc.
Salvar las ballenas, el lince, los pueblos primitivos del Amazonas,
al Amazonas, sofocar los incendios,
es como ese juego de aplastar cabecitas que salen de agujeros con un mazo,
le das a una y asoman otras cuatro.
¡La Hidra reinventada!
Regar la pobreza con la llovizna de la caridad o el subsidio no sirve de nada.
Puede que te digan que sí, pero no hagas mucho caso,
el dinero solo oye síes.
La guerra no sirve de nada. Ya está. Sin ilustraciones.
La paz solo parece un entreacto entre guerra y guerra.
¡Cuál es el mensaje entonces!
Que
Nada sirve de nada,
solo todo sirve de todo.

T. Galindo ©

Nos están mirando

Los hombres aprendemos poco y a destiempo,
en cambio las mujeres nacen sabias.
¿Nunca te has fijado en que hay niñas
que desde bien pequeñitas, apenas levantan del suelo,
ya saben más y mejor que tú
por qué aquel está triste y el otro alegre,
por qué no debes ponerte esa camisa sino aquella otra,
por qué esa mujer te hará daño
y esa otra te curará?
El niño grande y la mujer pequeña
conviven asombrados uno de otro.
Tienen los ojos grandes y te ven el fondo,
lo que piensas y lo que no quieres pensar.
Porque enfrente suyo no quieres pensar ciertas cosas.
Eres transparente.
Nacen así, amantes, madres,
personas con todos los sellos y diplomas,
mientras que a ti te cuesta crecer más que a los árboles
y los monos y los perros aprenden sus trucos
mientras tú aún estás intentando unir el papel con el lápiz.
Cuando tú las miras ya te han hecho el currículum,
estás medido, pesado, saben lo que vales
y lo mucho que tendrías que pagar por ellas además de tu alma.
Eso es lo que sopesan de ti: si podrás subir lo bastante
para ponerte a su altura.
Por eso hay tantas mujeres cabizbajas:
nos están mirando.

T. Galindo ©