No me toques el adeene.


El indio guajiro Alejo Meza y yo somos capaces de discutir por cualquier chorrada, el caso es llevarnos la contraria ¿no os habéis fijado en que hay amistades de perro y gato fundadas en la riña cotidiana? El indio guajiro Alejo Meza es colombiano, hosco, salvo con sus í­ntimos, serio hasta la antipatí­a, y muy formal y trabajador. Así­ en una primera impresión no cae bien, luego conforme lo vas tratando seguro que le vas cobrando aprecio, tiene buen corazón. No es inmigrante, no señor, tiene muy claro que no hay progreso fuera de la casa de uno, y está convencido de que lo que tiene que hacer es trabajar, y trabajar bien en su Fonseca natal, allá en la Guajira, y no lo que hacen tantos de emigrar y hurtar al paí­s de su aportación. Y si está aquí­ es porque le han mandado a hacer un curso de capacitación agropecuaria, y cuando lo acabe se volverá a poner en práctica todo lo aprendido, y a enseñar a otros.
-¿Lo comprendió usted?
-Sí­, desde luego, lo ha dejado muy claro y muy encomiable.
-Qué vaina es esa, déjese de lisonjas y apúrese con el escritico que si habla usted pajas no acabaremos nunca.
El tal Alejo Meza, indio militante de lo que sean militantes los guajiros, aparte del vallenato, sólo piensa en volver pronto a su guajira y dejar este paí­s lleno de españoles gordotes y estirados que lo miran a uno de arriba abajo. El caso es que a mí­ su postura con respecto a lo de levantar el paí­s desde dentro me parece buena, pero ¿por qué nos tiene esa maní­a?
-Pues sí­, don Os, porque fueron sus antepasados los que llevaron la violensia a mi tierra, y dende entonses no tuvimos tranquilidad más ya.
-¿Mis antepasados?
-Sí­, don, sus antepasados.
-No, perdona, Alejo, estás confundido.
-Ah, que chévere, no fueron sus antepasados pues los que chingaron al indio a sangre y fuego.
-Pues no, son los tuyos los que fueron a América y se cruzaron con los otros tuyos que ya estaban allí­. Mis antepasados estaban aquí­ tan ricamente cultivando sus lechugas y llevando a pastar sus cabras, y hasta hoy.
-…
-Que eso fueron tus antepasados, Alejo, no los mí­os, o yo serí­a americano. ¡A mí­ no me eches la culpa de lo que llevas en tu sangre! Aquí­ somos gente pací­fica y no andamos a pistoletazos como allá ¿no ves?
-…Pendejo.
-Cabeza buque.
-Qué sonso, no sabe ni faltar…

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