Fuimos al teatro a ver el Slava Snow Show. Y nos nevaron. Fue increíble, en la vida me lo he pasado mejor en un teatro. No es un espectáculo de payasos, aunque son payasos; no es cómico, aunque te ríes; no es poético, aunque te emocionas. O quizá sí sea todo eso. Es un espectáculo de alegría. Creo que esa es la palabra: alegría. Nos llenaron de confetti. A Manuela vino uno a meterle un confetti por el escote exprofeso. Cuando nos pusimos de pie para irnos (que nos tuvieron que echar los acomodadores del teatro porque nadie se iba) empezó a caer confetti de dentro del vestido de Manuela y por mi jersey y pantalones. Pero cuando llegamos a casa y nos desvestimos llevábamos todo esto que cayó al suelo dentro de la ropa interior.
Debí haberme metido a payaso. ¡Ese sí es un oficio serio y útil! Aquí estoy tal como salí, con cachos de confetti pegados y la cara que se me quedó.
Os pongo unos cachitos:
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