Tango

Versión argentina de Gorrión de Buenos Aires

El tango es voz que amuebla las deshabitaciones del alma.
El tango no se baila, se pasea.
El tango no se canta, se explica.
El tango no se escucha, te embebe.
El tango es tango aunque sea otra cosa, pericón, milonga, vals, es tango cualquier canción que tenga cara de tango,
carácter de tango.
El tango es el último refugio de la poesí­a,
es el cobijo musical del poeta.
El tango está mal visto en sociedad
es son barriobajero, nacido en el burdel y abandonado,
huérfano y sin cristianar, mestizo, inmigrante, miserable.
El tango era pecado hasta hace cuatro dí­as
niña, no bailes tango ni te toques.
El primer instrumento del tango fue la sirena
que sonaba lejana y en la bruma
con chapoteo de lanchas y arrastre de baúles,
con pies cansados y guitarras con no todas las cuerdas
y gargantas con no toda la voz.
Los cobardes temen al tango
porque les quita lo poco que tienen.
El tango es para los valientes
que prefieren el dolor al vací­o y el recuerdo triste al olvido misericordioso.
El tango es lucidez desde la curda,
es la verdad del borracho,
la sinceridad que siempre tuvo tan mal acogida.
El tango son ventanas con mujeres mirando afuera.
El tango son puertas con hombres que no se atreven a llamar.
El tango llega hasta el gotán
y allí­ se hace más tango,
con su propio idioma,
con su propia gente
con su público fumando y sorbiendo mate
con sus otarios derrochando champán
y sus minas reidoras exhibiéndose voraces,
con sus cafiches contando pesos en la trastienda,
con sus guapos apostados en las esquinas rosadas,
con sus garúas agrisando el paisaje
y poniendo humedad en los ojos.
El tango es un barrio de la música donde se emborrachan los poetas,
donde van los músicos de putas
y se juegan al naipe la vida los cantores.
Uno es bailarí­n, una es bailarina de tango y no tiene remedio,
cuando a uno se le cruzan los cables hay psiquiatras, amigos, confesores
pero cuando se le cruzan los pies
sólo tango,
sólo alguien a quien agarrarse para seguir el camino del tango en salones atestados
en salitas a media luz los dos
en placitas y conventillos
en patios a la luz de la luna
y empedrados a la luz de un farolito,
ese camino del tango que nunca va a ninguna parte
sino que vuelve de todas.
Los bailarines de tango dan mucha pena
están tan solos…
se les ve pasear la mirada vací­a más allá de sillas y rincones
en otra dimensión del tiempo
porque el tango
ah, el tango,
nunca se escucha por primera vez
siempre lo habí­as oí­do antes, en un tiempo mejor
en un mundo mejor
con alguien mejor,
porque el tango te trae los buenos momentos como si los estuvieras viviendo
y los malos como si aún se te estuvieran clavando.
Porque en el tango
cualquier tiempo pasado fue otra cosa.
El tango es argentino y uruguayo
y criollo y tano y gallego y francés
pero sobre todo
el tango es argentino,
y esa serí­a buena definición
si supiéramos qué es ser argentino.
El tango lo canta un tipo ronco,
lo baila una coja,
lo toca toca un manco
y lo piensa un loco.
El tango no es bonito sino emocionante.
El tango es alcohol en las heridas, te duele y te mejora.
En realidad
el tango sólo tiene un mérito:
que sirve.

Tomás Galindo©
A Miriam Beatriz Ferrari Stella, con el cariño de siempre.

Sonando en la versión española:
Aguafuertes porteñas – Lito Nebbia
El choclo – Tita Merello
La puñalada – Francisco Canaro
Milonga sentimental – Carlos Gardel
Esta noche me emborracho – Edmundo Rivero
Nunca tuvo novio – Beatriz Suárez Paz
Niebla del riachuelo – Miguel Montero
Cosas olvidadas – Héctor Maure
La última curda – Carlos Montero
Sexto piso – Graciela Susana
Los cosos de al lao – Adriana Varela
Lunes – Gigí­ de Ángelis
Así­ se baila el tango – Adriana Varela
Cuartito azul – Mario Ponce de León
A media luz – Willian Schemmel
Esta noche me emborracho – Carlos Gardel
Fuimos – El Polaco Goyeneche
Sur -Edmundo Rivero y Aní­bal Troilo
Naranjo en flor – El Polaco Goyeneche
El Cotorra ya no juega – Manuel Picón

Sonando en la versión argentina:
Divina – Orquesta Municipal de Mar del Plata
Qué me van a hablar de amor – Julio Sosa
La pulpera de Santa Lucí­a – Juan Darthés, Juanjo Domí­nguez
Sin piel – Eladia Blázquez
El Cotorra ya no juega – Manuel Picón
Nunca tuvo novio – Beatriz Suárez Paz
Mañana zarpa un barco – Héctor Maure
Volver – Carlos Gardel
La última curda – Carlos Montero
Y somos la gente – Eladia Blázquez
Margot – Edmundo Rivero
Este cuore – Daniel Melingo
Baldosa floja – Argentino Ledesma
Remembranzas – Marí­a Graña
Si soy así­ – Carlos Tejeda
Con el tango en el alma – Tita Merello

Historias tontas V – Azúcar


Cuando yo era muy pequeño, pero muy pequeño mi abuelo me contaba cuentos que no eran cuentos, sino historias de viejos, de un pueblo lejano donde tení­a una mula y ovejas, que a mí­ me parecí­an animales fantásticos, mucho más que el perrito de la vecina de arriba o las palomas que vení­an a comer las migas que les echábamos en el parque. El abuelo sabí­a matar al mosquito que querí­a picarme y me poní­a mercromina en las rodillas cuando me caí­a, y soplaba y no me escocí­a. Por la noche me llevaba de la mano a la cama, me daba el vaso de leche y me arropaba. Una vez me vio metiendo el dedo en el azucarero y chupándomelo y se echó a reí­r. Entonces cogió una cuchara, la llenó de azúcar y me dijo -«Verás lo que voy a hacer», y abrió la ventana y ¡zas! lanzó al aire el azúcar y me dijo: -«¡Mira, mira!» Y yo miré al cielo y allí­ estaban todos los granitos de azúcar brillando en la noche arriba arriba. Abrí­ tanto la boca que se me cayó el chupete.

Vacaciones 2006 (2)

Mi señora va y se atreve
a sacarme en un retrato
donde ejerzo sin recato
mi vocación de percebe.

Mientras que ella, como ves,
necesitaba de todo
para leer de este modo
remojándose los pies.

Como Linda se relaje
debajo de unos matojos
necesitarás cuatro ojos…
para ver su camuflaje.

Pero qué sitio tan guapo,
al ir a la recepción
has de prestar atención
para no pisar al sapo.

Qué cielo tan lindo, tú,
sólo le falta un querube
asomando de la nube
¡Si parece Honolulú!

En el desierto arenal
de una playita remota,
puesto así­ como la sota
pues… no quedo nada mal.

De cuanto la vista abarca
cuando sube la marea
no es posible que se vea
más que allá lejos la barca.

Tan delgados, tan morenos,
tan guapos y de buen ver
ya pensamos en volver:
¡Venga, que ya falta menos!

Vacaciones 2006 (1)

-He descubierto un lugar
que aunque no venga en el mapa
está en la zona más guapa
que puedas imaginar.
-¡Ya me lo puedes contar!

-A Noia y Porto Do Son
te acercas en un pispás,
y todo el camino vas
de emoción en emoción,
de Muros a Corcubión.

Qué bosques y qué verdores,
qué azules son estos mares,
qué paisajes tan dispares,
qué paleta de colores
pintando tantos primores.

Cómo se come y se bebe,
en Padrón unos pimientos…
qué mariscos suculentos,
y un ribeiro que se atreve
con el pulpo y el percebe.

-¿Y encima se come bien?
-¡No creo que pases hambre.
La Pesquerí­a del Tambre
es para comer fetén.
Los demás sitios… ¡también!

-¿Y el indí­gena cómo es?
-¿El gallego? Hospitalario,
es amable y voluntario
si sufres algún revés
siempre te ayuda cortés.

-¿Y cómo son las mujeres?
-¡Son una barbaridad!
¡Qué hermosura, qué beldad,
el mayor de los placeres
es verlas por donde fueres

con ese andar que te mece.
Lo mejor de todo el viaje
no es el comer, ni el paisaje:
¡la mujer! Que hasta parece
que lo demás desmerece.

-¿Y el tiempo, qué tal? -Según.
Qué mujeres… ay, amigo…
-¿Y el tiempo? -Pues ya le digo…
y unos ojos… y unas… y un…
Te miran y te hacen ¡pun!

-Vale, vale, ya entendí­.
¿Y el centro dónde me pilla
de toda esa maravilla
y ese paraí­so. Di.

-Hombre, muy fácil. Aquí­:

La Pesquerí­a del Tambre
Tomás Galindo ®

tu cuerpo

tu cuerpo es un lugar lleno de bienes
olores familiares medias luces y medias sombras
oprimiendo con el dedo aquí­ y allá
fabrico sonrisas en tu piel porque tu cuerpo
es amable conmigo
tu cuerpo tiene calor de alcoba de playa calma
de paseo en junio de niño en el regazo
y más y más calor que todos los infiernos
y más y más calor que todos los volcanes
tu cuerpo hace
lo que hace tu cuerpo
meterse la tormenta en un bolsillo misterioso
amasar y estirar los dolores hasta que parecen sonrisas
tu cuerpo es un buen puerto
donde atracar de madrugada
tu cuerpo sabe a qué
a salado sin ser mar y a frambuesa
a cereza a melocotón a moreno
a algo más a lo que sólo saben tu cuerpo
y el aire de algunos bosques húmedos en otoño
tu cuerpo es buen consuelo
tu cuerpo es lago que guarda la luna
doblemente luna de la noche y de tus ojos
serena de tu frente blanda de tus labios
tu vientre es lago manso que respira en olas lentas
lago que se contiene en suaves olas
y lago que se desborda agitado convulso irrefrenable
y además quién lo querrí­a frenar
porque tu cuerpo
tu cuerpo es vida y es la vida y es mi vida
porque tu cuerpo tiene
ventanas a los cuatro puntos cardinales
porque tu cuerpo guarda mis secretos
y aguarda mi presencia que yo sé
porque sé
que me huele y me presiente
y cuando llegas a oí­r mis pasos
antes ya se te habí­a erizado el pelo y estremecido la nuca
porque tu cuerpo me responde y me sabe y me busca
porque tu cuerpo a veces
a veces es un animal sin dueño que no obedece
pero reconoce
tu cuerpo es una selva húmeda y umbrí­a
tu cuerpo es un monte de pastos suaves
tu cuerpo es una mariposa por la mañana
una cierva a la tarde
y a la noche una paloma acurrucada
tu cuerpo es sauce y es palmera
tu cuerpo es vereda que va con el arroyo
tu cuerpo tu cuerpo tu cuerpo
me apresa y me libera
me tiene y me retiene
me ata y me desata
me hace y me deshace
tu cuerpo me mata y yo me dejo
ir poco a poco asesinando
dulcemente envenenando
y yo me dejo ir lentamente entre sus horas feroces
que me roen el seso y los sentidos
en tu pecho estupefacto
entre tus muslos ido
en tu seno olvidado
porque tu cuerpo es una cueva acogedora
donde descubrí­ el fuego
donde me inicié en el mundo
donde conocí­ la única palabra que ha inventado el hombre
todas las demás nombran cosas y casos
y sólo amor es inconcreto indesdifrable y nuestro
tu cuerpo es infinito
infinito y pequeño
me cabe todo tu cuerpo entre los dientes
en una mano en un ojo abierto en un minuto
y en cambio no lo abarco
con todo el pensamiento
me cabe en un abrazo
me rebosa en un beso
tu cuerpo amanece cada dí­a más dulce
cada mañana más hermoso
tu cuerpo juega a algo nuevo cada dí­a
como los niños chicos
va a brincos por mi corazón
me hace manotear y alegre
descubrirlo en su escondite
y es el mismo sorprendentemente
tu cuerpo suena a brisa cuando pasas
tu cuerpo es una risa al oí­do
un dedo en los labios que dice espera
una mano en mi mano que viene conmigo
un pezón carmí­n
dedos en mi pelo
un olor a nardo
tu cuerpo

Tomás Galindo®