un rastro de humo

un rastro de humo una huella en el viento
un sonido en la cal de las paredes
un color que no es de cielo ni de tierra
unas hojas sin viento que se agitan
un mal presagio
rezos y murmuraciones
son ví­speras de ví­speras son ojos cerrados
son timbales de sangre que retumba
sorda interior tensa la piel
una onda que transmite su hormigueo
de la yema de un dedo a la yema de un dedo
y las sienes tiemblan y los ojos laten
los ojos cerrados y febriles
los ojos ardientes poblados de visiones
son ví­speras de ví­speras ya se siente
el sabor del metal en la lengua
ya lo auspicia el vuelo de los pájaros perdidos
los corderos que balan sin cesar los corderos
que nunca van a ningún sitio si no es a morir
que nunca caminan sino hacia su muerte
un rastro de humo como un borrón perenne
que cambia y que gira que crece y que crece
un sonido a rajado y violento de pardas paredes
con grietas que dibujan continentes
continentes desconchados que caen al polvo
un color que no es de cielo ni de tierra
en el cielo y en la tierra único y monótono
que enceniza las frentes
ya se fragua el desierto cristalino en espejo de sal
tiene más témpanos el alma que el océano
un mal presagio
son ví­speras de ví­speras
los delfines preguntan por ti
¿qué vas a hacer?
Tomás Galindo©

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